Recordar lo que sueñas

Todo el mundo sueña. Pero no todos lo recuerdan.

El problema no reside en la incapacidad de recordar, sino en la atrofia de la memoria onírica.

No recordamos los sueños porque no ponemos el suficiente interés en ello. Y los sueños son muy suyos. Si tú no te interesas por ellos, ellos hacen lo mismo contigo. En definitiva, no prestamos suficiente atención a los sueños.

Necesitamos es ejercitar el músculo de la memoria onírica.

Lo importante a la hora de recordar los sueños, aparte de trucos propios que cada uno, o una, son dos pasos:

NO TE MUEVAS

Lo primero, y principal, es que al despertar NO TE MUEVAS. Y vuelvo a repetirlo: NO TE MUEVAS.

Si lo haces, los pocos recuerdos que quedaron del poso onírico al despertar, se diluirán, como si hubiésemos activado las gemas del infinito. Polvo somos y polvo son nuestros recuerdos. Una vez consigas esto, con mucho cuidado y delicadeza agarra el extremo de los hilos de Ariadna y ve enrollando la madeja. Primero, fija en tu mente el último recuerdo; una vez lo consigas, ve al penúltimo, y así, sucesivamente. Ve formando la madeja de tu historia onírica.

Este ejercicio refuerza las conexiones neuronales que permiten fijar los recuerdos de las experiencias oníricas en el cerebro. Si lo practicas cada día, al despertarte, sin perder el entusiasmo, pronto podrás recordar de forma natural todo lo que has vivido allá, de la misma forma que recuerdas por la tarde lo que has hecho por la mañana. Con la edad, ya te digo que vas perdiendo facultades, al menos en la vigilia.

Debes practicarlo incluso si te despiertas de un coscorrón.

Ahora explicaré un ejercicio para comprobar si tienes realmente vocación de explorador onírico. Consiste en realizar el ejercicio del hilo de Ariadna pero con respecto a la vigilia. Desde ese momento en el que estás ya echado en tu cama hasta el momento en el que por la mañana saliste de ella. Con este ejercicio conseguimos dos cosas: una, liberar a la mente de hacerlo al dormir, ya está todo visto, déjalo, ve al grano; y segundo, ejercitar la rememoración. O como Castaneda lo llamaba: la recapitulación.

DEJA CLARO A TU CEREBRO QUE QUIERES RECORDAR

Hazle saber a tu cerebro que quieres recordar los sueños. ¿Y cómo hacerlo? Pues como harías con un amigo, díselo. Declara antes de dormir: AL DESPERTAR QUIERO RECORDAR TODO LO QUE SUEÑE. Y así de simple y fácil. Repite esa frase mientras te vas quedando dormido, como si fuera tu nueva programación.

Si quieres saber más, solo tienes que leer mi novela ONIROS donde Ana desentraña este y otros pasos necesarios para convertirte en un onironauta.

2 comentarios

  1. Tema interesante, con el que no puedo estar más de acuerdo. Para recordar hay que querer, y tras querer, hay que crear hábito.

    Mi método ha sido siempre saborearlos… aunque a veces se vuelven tan escurridizos, que se escapan sin más.

    En el libro, ¿habrán pasado ya por mi posada? ¿O todavía no estaba abierta?
    Magnos sueños.

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