
Parar el tiempo en tu narración
En su manual de escritura, Félix J. Palma, nos habla de dos maneras de conseguir que el tiempo en la historia sea menor que el de la narración y básicamente se consigue mediante dos figuras: la descripción y la digresión.
La descripción, figura que se me resiste desde siempre, ha cambiado a lo largo del tiempo. Ya no estamos en esa época en que una buena descripción te arreglaba el día. Páginas y páginas describiéndomelos desde Bree a Brandivino, nombre que Tolkien dio a uno de sus ríos seguramente, al estilo Keyser Söze, mediante la observación de los objetos que lo rodeaban en ese momento. No, como Félix indica en su manual, ahora el diablo está en los detalles . Ya no se requieren largas descripciones sino indicar los detalles que resaltan en el escenario, aunque esos detalles sean que no resalta nada.
Y después tenemos la digresión. ¿Qué es eso? Pues lo explicaré para gente de mi quinta. ¿Os cardáis cuando Oliver saltaba para cabecear el balón y rememoraba todo los que su abuelo había pasado en la Segunda Guerra Mundial? ¿O cuando el balón describía una larga trayectoria que permitía ver la curvatura del horizonte —para terraplanista: curvatura de la tierra— y recordaba el origen de hasta su última cicatriz? Pues ese irse por las ramas es una digresión.
Os recomiendo la lectura de su manual Escribir es de locos que destila amor por su profesión. Y porque no decirlo, más digresiones que solo gente de nuestra quinta entenderemos; ademas de ser un gran tío.
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